
En el libro no faltan momentos reales como el trato sibilino dado a los árbitros de categorías inferiores cuando no arbitran como merece el equipo de casa. «No hay sobornos, el soborno es que te diga el delegado, en pleno invierno, que no tienen agua caliente y te tienes que duchar con agua fría, o que te paguen 10.000 pesetas en pesetas, con un saco, eso lo he vivido».
También recoge ese claro fuera de juego que pitó con 15 años en el Tiro de Pichón y que motivó que el frustrado delantero le insultara gravemente a la cara. Fue expulsado y al rato, su propio padre, que no se perdía los partidos de su hijo árbitro, le llamó desde la grada: el jugador expulsado sostenía un pedrusco para tirárselo encima LEER MAS
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